Un pigüense se construyó un propio aparato volador

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Pigüé: construyó un aparato volador con partes de una canoa, una bicicleta y una calesita. El artefacto fue diseñado y construido pieza por pieza por un uruguayo que residen en la vecina localidad. La construcción está terminada y el dueño sólo espera la autorización oficial para el despegue inaugural.

Un vecino de la localidad de Pigüé proyectó y construyó por su cuenta un “autogiro”, un aparato volador intermedio entre un helicóptero y un avión, usando partes de otros vehículos y hasta de una calesita. El creador del aparato es Paulo Álvarez, un piloto diplomado nacido en Uruguay y residente en Pigüé, que llevaba décadas amasando la idea de construir un aparato capaz de volar.

El proyecto comenzó a concretarse hace siete años, y hoy está listo para conquistar los cielos. Con las medidas de seguridad en regla y las autorizaciones tramitadas, Paulo sólo espera el visto bueno de la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) para echarse a volar. A partir del motor de una combi Volkswagen modificado, este pigüense adoptivo montó una cabina monoplaza, una hélice de dos palas, y un tren de aterrizaje con ruedas, además de todo el sistema de navegación.

En la construcción, aprovechó partes de otros vehículos y elementos. El habitáculo, para una persona, se basa en una canoa que compró en Puan; la dirección de la rueda delantera está construida con la horquilla de una bicicleta; los amortiguadores fueron adaptados de una moto y los guardabarros provienen de una calesita de Coronel Suárez.

El elemento más pesado es el motor VW, que Paulo modificó colocándolo encendido electrónico, un carburador de dos boca y bajándole la tapa de cilindros. Así, llevó la potencia de la máquina a 80 HP. Paulino tiene claro que podría haber usado un motor más liviano, pero eligió fundar su elección en sus recuerdos de chico.

“En mi tierra natal de Uruguay, cuando tenía 10 años, en un campo frente a mi casa bajaban aviones. Al poco tiempo conocí un motor Volskwagen y siempre pensé que era un motor de avión. Entonces siempre asocié esas dos cosas”, le dijo el piloto a Infopigüé.com. “Yo sé que hay motores más potentes y livianos, pero el desafío era hacerlo así”, agregó.

El “autogiro” fue creado en 1917 por el aviador español Juan de la Cierva con la intención de desarrollar aviones más seguros que los existentes a principios del siglo XX. La clave de su diseño fue el desarrollo del rotor articulado, que más tarde fue aplicado al helicóptero, y que le permite al autogiro volar como un aeroplano y tener aterrizajes casi verticales.

Las aspas del autogiro no tienen impulso del motor, sino que se mueven con el aire a medida que avanza el aparato, generando su sustentación. Aunque en el mundo el uso de autogiros está difundido, en la Argentina existen alrededor de 30 en todo el país, y no hay un instructor de vuelo oficializado. / Info Pigüé

 
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